lunes, 11 de junio de 2012

The underground


A mi lado se encontraba una mujer no mayor que mi madre. Leía un libro, “Un veneno llamado amor”, me pareció leer. De pronto sonrió, como si lo que hubiera leído le hubiera parecido lo más tierno jamás visto. No llevaba anillo de casada. Y no era una mujer que llamará la atención, por su físico. Pero me sorprendió esa mirada. Me sentí cómoda a su lado e incluso me atrevería a decir que hubiera encantado hablar con ella y conocer sus gustos.  Me miró con cara de incrédula, como si pensara “¿Qué miras? ¿Tengo monos en la cara?”

Miré hacia la otra parte del vagón, evitando la mirada con la  mujer del libro de amor. Me fijé en un muchacho alto, de pelos rizados y rubios. Me miro y me sonrió, con una sonrisa deslumbrante, como si hubiera sido una alegría que yo me fijará en él. Le devolví la sonrisa. Llevaba una tabla de skate y la gorra hacia atrás. Parecía salido de una película americana.