viernes, 16 de noviembre de 2012

Nosotras

Ella es una de esas chicas. De esas que buscan ser felices, que siempre tiene una sonrisa en la boca. Que enseña esos dientes perfectos. Que ve la vida con sus colores más intensos. Que es capaz de que cuando le ocurre algo malo verle el lado positivo. Que cuando se derrumba se vuelve a levantar. Le encanta sentir el sol en la cara.

De las que dicen que "si no arriesgas no ganas". Las que le da consejo a sus amigas pero no sabe como aplicarlo a su propia vida. Es de las que cuando se levanta un lunes los odia pero, en cambio, cuando llega un viernes pisa tan fuerte que todos saben que ella ha llegado.

Ella es de las que cuando le dan un examen suspenso piensa: El próximo lo haré mejor.

Es risueña. Le gusta ver a niños pequeños jugar porque le llena de nostalgia. Le gusta hacerse ilusiones incluso cuando ve que ya no hay nada posible. Da su confianza como quién dice "hola" pero quién pierda esa confianza no la volverá a recuperar.

Pierde amistades, pero llegan otras nuevas, mejores y pisando fuerte en su vida.

Le gusta arrancar el césped del parque. Le gusta comerse un helado en pleno verano y un chocolate calentito en pleno invierno para notar como baja desde su boca hasta su estómago y sentir un escalofrío.

Se come la cabeza por las noches. Necesita un hombro en el que llorar. Que critica sin conocer y después se arrepiente. Le gusta equivocarse porque así tiene anécdotas que contar y experiencias que la vida da

Le gusta sentir la vida. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

La pequeña guerrera

Nora era pequeña y tenía terror a la oscuridad, como cualquier persona en algún momento de nuestras vidas.

Para combatir ese miedo, su madre había enchufado una minilamparita, pero que por mucho que creyera que eso tranquilizaría a la pequeña, lo único que provocaba era que viera sombras tenebrosas apoyadas en sus queridas paredes.

Nora se moría de miedo cada vez que se despertaba a media noche y observaba como sus peluches, los cuales horas antes se hacían pasar por príncipes encantadores tomando té en una de las cafeterías más distinguidas de Noralandia, se convertían en seres de orejas puntiagudas, ojos brillantes y de uñas largas y afiladas. Más aún, cuando dichos peluches se proyectaban fantasmagóricamente en sus paredes.