Me despierto otra vez de esa pesadilla. Siempre ocurre lo mismo desde hace 3 noches. Me despierto entre lágrimas y gritos de un sueño que no puedo llegar a recordar. Menos mal que mi compañera de habitación no está desde hace un mes y no volverá hasta dentro de otro mes más.
Queda un minuto para que suene mi despertador. Odio que ocurra eso. Me levanto de mi cama malhumorada, me pego una ducha rápida, me visto, cojo mi bolso y mi carpeta y me dispongo a salir de mi habitación de la residencia para ir de nuevo a las clases que me aportarán ese futuro que mis padres tanto quieren.
Un momento, ¿qué es eso que hay debajo de la puerta? Una pequeña nota. Es de él. La abro con un cuidado digno de los ángeles. Dentro pone “te quiero”. De pronto ese día se vuelve tan colorido como un arcoíris, tan blando como una esponja y tan perfecto como el propio mar.
Salgo de mi habitación desordenada con una sonrisa de oreja a oreja y cara de enamorada.
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