Estuve hablando con una amiga y lo vi por detrás, de soslayo. Pero estaba ahí y nadie me cree.
Estoy en la playa, sola, relajada con el sonido de las olas al romper en la orilla, como música para mis oídos. Abrí los ojos. Los ojos. Le veo, en primerísimo plano. Me acerco lentamente, no se si por no asustarlo o por no asustarme yo. Los dos nos miramos a los ojos. Mi corazón se acelera. Él se acerca. Me toma la cara. Me tiemblan las piernas, las manos e, incluso, las pestañas.
Hace viento y las olas ya no suenan. De repente estoy en un balcón, el cuál mira hacia las palmeras y el mar refleja un cielo tan azul que no existe ningún color comparable. Alguien me abraza. me siento feliz, se que es él y hemos pasado una noche increíble. Estoy en un éxtasis de felicidad indescriptible. Nunca he sido tan feliz en toda mi vida. Pero, ¿Qué es eso? Empiezo a escuchar un sonido pitante, tengo miedo. No me deja volver a mis plácidos pensamientos.
Abro los ojos. Apago el despertador. Vuelve a llover en mi ciudad, lo cual me hace odiar este día y al despertador, el cuál me ha obligado a despertar de ese sueño que ha provocado que me despierte excitada.
Empieza el día corriente de una adolescente corriente.
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Solemos englobar a las chicas adolescentes en un mismo saco donde las ilusiones están a flor de piel, los sueños, los amores platónicos.
ResponderEliminarY es cierto. Aunque, cada persona es un mundo, especialmente cuando se siente con intensidad. ¿Y quién siente con más intensidad que una adolescente enamorada?
Me ha gustado tu relato^^
Te invito a mi pequeño rincón. Sería un honor contar con tu opinión allí.
¡Un besito!
Que razón llevas, María. Pero sabes la cosa que me sorprende de este "enamoramiento adolescente" que todas lo hemos sentido alguna vez. Y es la mejor sensación que a esta edad se pueda tener. No solo en sueños, sino en en la realidad.
ResponderEliminarGracias por visitarme. Y descuida, visitaré tu rincón siempre que los estudios me lo permitan^^