Once menos cinco. 3º clase, filosofía. La mitad de la clase bilingüe, los llamados “científicos”, se han ido a una excursión. Quedamos los cuatro de humanidades y ciencias sociales. El filósofo que hay delante mía, el cuál está orgulloso del esquema que ha montado en la pizarra, nos explica, por 3º vez consecutiva, el principio empirista de Locke.
Yo juego distraída con el portaminas. Saco mina, meto mina. Siento una vibración en mis pies causada por la caldera, al menos eso creo. Saco mina, meto mina. Cierro los ojos, comienzo a imaginar. El suelo se derrumba, las paredes caen. Abro los ojos. Estoy sola en un prado verde. Hay pájaros volando. Libres, sin preocupaciones.