Once menos cinco. 3º clase, filosofía. La mitad de la clase bilingüe, los llamados “científicos”, se han ido a una excursión. Quedamos los cuatro de humanidades y ciencias sociales. El filósofo que hay delante mía, el cuál está orgulloso del esquema que ha montado en la pizarra, nos explica, por 3º vez consecutiva, el principio empirista de Locke.
Yo juego distraída con el portaminas. Saco mina, meto mina. Siento una vibración en mis pies causada por la caldera, al menos eso creo. Saco mina, meto mina. Cierro los ojos, comienzo a imaginar. El suelo se derrumba, las paredes caen. Abro los ojos. Estoy sola en un prado verde. Hay pájaros volando. Libres, sin preocupaciones.
Veo un cúmulo de gente, cuales ejecutivos trajeados en una reunión que deprime sus vidas de peces gordos. Yo, al contrario, me acerco alegremente hacia ellos debido al buen tiempo y los colores silvestres me ponen de buen humor. Veo caras conocidas, quiero acercarme y saludar, pero un cristal imaginario me impide acercarme. Lloran. Lloran por una muerte. Miro por encima de algunas cabezas y me veo reflejada en un espejo. ¿Mi muerte? Siento impotencia. Veo a personas que hace años que no veía. Encuentro a personas, las cuales nunca me he llevado bien, citando anécdotas mias. Y en este momento, es cuando me doy cuenta:
Veo un cúmulo de gente, cuales ejecutivos trajeados en una reunión que deprime sus vidas de peces gordos. Yo, al contrario, me acerco alegremente hacia ellos debido al buen tiempo y los colores silvestres me ponen de buen humor. Veo caras conocidas, quiero acercarme y saludar, pero un cristal imaginario me impide acercarme. Lloran. Lloran por una muerte. Miro por encima de algunas cabezas y me veo reflejada en un espejo. ¿Mi muerte? Siento impotencia. Veo a personas que hace años que no veía. Encuentro a personas, las cuales nunca me he llevado bien, citando anécdotas mias. Y en este momento, es cuando me doy cuenta:
Todo el mundo te recordará por los buenos momentos, no de los malos y tristes ¿Por qué no hacer lo mismo cuando estamos vivos?
Saco la mina. En ese momento, el profesor me mira, abre la boca para preguntarme acerca del tema pero suena el timbre. En mi cabeza retumba el tópico de “Salvada por la campana”. Es hora de volver a la realidad y cambiar de clase.
Meto la mina
Pues yo empezaré a recordarte por esta entrada =) chulísima!
ResponderEliminarQuerida Cookie: Mientras estudiaba a mi amado Descartes me acordé de que quería comentarte en el blog al que tanto empeño le estás poniendo. Me parece realmente fantástico y espero que sigas así. Aunque es cierto que me gusta más leer cosillas sentimentales (jujujuju), tambien me parece interesante las otras que publicas. Ojalá tengas este empeño en todo lo que te propongas, amiga mía.
ResponderEliminarMuy a mi pesar, tengo que regresar a las paranoias filosóficas de estos señores tan aburridetes, que parece ser que no tenían nada mejor que hacer...
Un besazo, morena. Te quiero muchísimo.
Hermosa reflexión. Cuando empecé a leer el relato no me la esperaba. Me gustan los relatos no predecibles^^ En fin, supongo que habrá que llevarla a la práctica ¿no?^^
ResponderEliminarEspero que la llevemos todos. Es lo más importante^^
EliminarGracias María