Mientras tanto, no puedo evitar mirar por la ventana, ver los coches pasar y personas andar. Imaginarme la historia de cada persona, de cada coche. Quizá esa mujer, la pelirroja esbelta de camisa blanca, se le haya olvidado apagar la cafetera. Quizá ese Audi serie A4 pierda agua y su conductor, distraído cantando, con horrorosa entonación, la última canción de Lady Gaga, ni siquiera se haya dado cuenta aún de ello. O ese árbol aún colorido por hojas verdes y entonaciones amarillas y marrones, que tantas veces me he sentado bajo él y me he puesto a estudiar o con mis amigos contándonos cosas acerca del último fin de semana, dentro de un mes serán frías ramas al amparo del invierno.
Aún mirando por esta ventana e imaginarme estas historias, no puedo dejar de pensar en él. Que todo sería más fácil, más placentero, si él estuviera sentado junto a mí.
Y estoy segura que, alguien, alguna vez, se ha parado a mirar por la ventana y se ha imaginado nuestra historia.
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